domingo, 6 de diciembre de 2009

La conveniencia de autoengañarse



El autoengaño es una de las facetas más inherentes a la condición humana. Una faceta en principio estúpida, pero que nos concede una estabilidad excepcional para convertirnos en animales sociales. El hombre ha logrado convertir el autoengaño en una fuente de estabilidad, hasta tal punto que la virtud de autoengañarse ha llegado a afectar a todos los dominios de la vida. Así es. Nos engañamos a nosotros mismos todos los días; se engañan a sí mismos las autoridades, los gobernantes, los directivos, los inversores, los accionistas, y los periodistas, los políticos, los monarcas, los ricos, los pobres… No hay ser humano que escape al autoengaño. Entre otras cosas porque si no enloquecería o se volvería un ser absolutamente antisocial.

Pero este autoengaño adquiere una especial importante en lo personal. Muchas personas viven en la permanente ilusión de que van a lograr cambiar al otro, que siguen enamorados y que ella/él es «mi puerto seguro», que la devoción del primer día va disminuyendo con los años, que la infidelidad es inherente al ser humano... Tal autoengaño mantiene los lazos del amor, de la esperanza y de la ilusión… pero también de una felicidad ficticia… y es tan cómodo ser feliz ficticiamente...